En la rehabilitación del Ictus existe el enfoque denominado "MOVIMIENTO ORIENTADO A TAREAS".
Según J.Carr y R.Shepherd (1984), el objetivo del tratamiento debe ser un reaprendizaje orientado a tareas especificas, es decir, enseñar al paciente estrategias eficaces para conseguir realizar un movimiento útil funcionalmente. El principio es simple e intuitivo: uno aprende lo que practica. Consideran al paciente un participante activo en su recuperación. En vez de tratarle, el objetivo es entrenarle.
- Recomiendan forzar la utilización del lado parético evitando el desarrollo de estrategias compensadoras inadecuadas.
- Proponen que los métodos de tratamiento deben ser similares a los que se han demostrado eficaces para adquirir una nueva habilidad en personas sanas.
- El terapeuta ha de tener en cuenta la biomecánica del movimiento, las características de los músculos implicados en la acción, el contexto ambiental en el que se desarrolla y la naturaleza de los déficit asociados.
- Se modifica el ambiente si es necesario.
- El programa de aprendizaje motor utiliza 5 estrategias para enseñar y motivar al paciente:
- El programa de aprendizaje motor utiliza 5 estrategias para enseñar y motivar al paciente:
- Instrucciones verbales simples y claras, asociadas si es necesario, a comunicación no verbal.
- Demostraciones visuales de como realizar la tarea.
- Guía manual pero evitando ayudas innecesarias y disminuyendo progresivamente el nivel de supervisión hasta lograr la práctica independiente.
- Refuerzo y feedback positivo cuando la acción se realiza correctamente.
- Práctica repetitiva.
El movimiento basado en la tareas no intenta normalizar el movimiento o normalizar el tono muscular (como los métodos neuromusculares) sino poner en acción todas las habilidades cognitivas, psicológicas, sensitivas y motoras del paciente y de su entorno físico cultural y socioeconómico. Después de la lesión cerebral no se produciría una dirección por centros neurológicos más primitivos, sino que existiría un intento real de compensación de las unidades operativas para realizar una tarea con un objetivo preciso. El terapeuta se esfuerza en favorecer, con los recursos disponibles, una estrategia motora dirigida a una actividad funcional y motivadora para el paciente.
No utilizan nunca técnicas compensatorias con las extremidades sanas, y el equilibrio es entrenado siempre como parte de las actividades funcionales diarias, enfatizando en que todas las condiciones exteriores o del entorno deben ser muy variadas para estimular la rápida adaptación del paciente a circunstancias cambiantes.
En la actualidad este enfoque intenta superar el concepto de organización jerárquica del SNC y explica el control de todas las conductas motoras gracias a un sistema complicado de interacciones en el que existiría un control multisistémico, ejerciendo influencias en paralelo, con vistas a realizar una tarea específica. Es decir, no sólo sería el SNC, sino también otros sistemas como el musculoesquelético y el ambiente exterior los que influirían en la conducta motriz y por lo tanto deben ser tenidos en cuenta en el tratamiento. También se intenta asociar a esta idea de organización multisistémica, los modernos conceptos sobre la teoría del aprendizaje. Se cuestiona la afirmación de "cuanto más entrenamiento mejor" y se establece que el entrenamiento es beneficioso si produce un cambio provechoso dirigido a un fin funcional que disminuya alguna de las discapacidades que presenta el paciente con hemiplejia. En el aprendizaje o adquisición de una determinada conducta motora se suceden dos fases. En la primera o cognitiva el paciente toma conciencia de dicha conducta y valora las posibilidades de cómo lograrla, ayudado por los comandos verbales del terapeuta, quien puede además introducir variaciones en el entorno para facilitar dicha conducta. Después vendrá la fase de perfeccionamiento que terminará en la automatización de los gestos entrenados y finalmente la inclusión de esas conductas en gestos funcionales más complejos, en un entorno lo más parecido posible a las situaciones reales cotidianas.
Se enfatiza la importancia de los sistemas de retrocontrol, distinguiendo el sistema de retroalimentación interno, proveniente de la actividad motora (información visual, auditiva, vestibular, propioceptiva y cutánea), que son previos a la conducta motora, y la acompaña de instante en instante, a lo largo de su ejecución; y la retroalimentación externa, verbal o no, que informa al paciente del resultado de la conducta motora relacionado con un objetivo previamente definido, donde juega un papel capital el terapeuta. Se desconoce cuándo el terapeuta debe dar esa información verbal o gestual, después de terminada la tarea (inmediatamente después o dejando lapsos de duración indeterminada), pero parece preferirse la existencia de un pequeño retraso desde la finalización del ejercicio concreto, para que el paciente pueda establecer mejor la conciencia de error o acierto y comparar entre la información intrínseca y la extrínseca.
[Desde mi humilde punto de vista, considero que no hay ningún modelo mejor ni peor que otro; cada persona necesita su tratamiento. Independientemente de lo que le funcione al compañero de al lado. Lo ideal es adaptar las diferentes técnicas que existen a las necesidades de cada uno].
Bibliografía:
1. Carr, J. - Shepherd, R. (2004). Rehabilitación de pacientes en el Ictus. 1ª ed. Ed: Elsevier